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lunes, 3 de septiembre de 2012

Dibs, En busca del yo

 
DIBS
En busca del yo
Virginia M. Axline

En el siguiente apartado se encuentra una reseña acerca del libro de Virginia M. Axline acerca de la efectividad de la terapia de Juego no Directiva, la cual se llevó a cabo con Dibs, un niño de 5 años. A continuación se encuentra detallada la información:

I. Datos Generales

Nombre: Dibs
Sexo: masculino
Edad: 5 años
Residencia: Manhattan, Nueva York


II. Descripción de la familia y sus miembros

Dibs era un niño de 5 años, que asistía a una escuela particular desde hace dos años.  En un principio, Dibs no hablaba nada.  En la escuela, muchas veces Dibs se quedaba sentado, sin hablar ni moverse toda la mañana.  A veces se arrastraba por el piso del salón de su clase.  No interactuaba con sus compañeros ni maestra.  Algunas veces hacía berrinches violentos (les pegaba y pateaba a sus maestras y compañeros de clase).  En la escuela, las maestras pensaban que podía ser autista o retrasado mental.  Sin embargo, no entendían como Dibs podía leer sin poder expresarse verbalmente.  A veces, Dibs parecía tener una inteligencia superior.

Dibs pertenecía a una familia acaudalada, que vivía en el alto lado oriente de la ciudad, en Nueva York.  La familia estaba integrada por la madre y el padre de Dibs, Dorothy (la hermana) y Dibs.  Ambos padres eran profesionales de éxito, con muchos logros académicos.  Todos los valores de los padres de Dibs estaban dirigidos hacia la inteligencia. La madre de Dibs abandonó su profesión luego del nacimiento de Dibs.

Dibs también tiene una abuela, que es la única persona que había logrado relacionarse con él.  Ella estuvo con los padres de Dibs y con él durante el primer mes de su vida.  Luego, los visitaba una vez al mes durante tres años.  Se fue a vivir a Florida por lo que ya solo los visitaba dos veces al año, quedándose con ellos un mes.  Dibs se apaciguaba cuando ella llegaba y la extrañaba cuando ella se iba.


La madre de Dibs  siempre llegaba tarde a la escuela a recoger a Dibs.  Mantenía sus emociones en control.  Ella llevaba a Dibs a la escuela todos los días. Al final del día escolar, a Dibs no le gustaba irse a su casa y se ponía violento cuando su madre llegaba a la escuela a recogerlo.  Cuando ella ya no podía controlarlo, mandaba al chofer a la escuela para que llevara a Dibs a su casa. 
El padre de Dibs era un conocido científico, brillante.  Nadie en la escuela había tenido la oportunidad de conocerlo.
Dorothy era la hermana menor de Dibs.  Según su madre, Dorothy era una niña muy inteligente y una criatura “perfecta”.  Sin embargo, de acuerdo a las maestras de la escuela a donde asistía DIbs, Dorothy era una niña mimada.  Dorothy no asistía a la misma escuela de Dibs.

III. Antecedentes

Dibs fue un niño no deseado; la madre admitió que no habían planeado tener un hijo y que su concepción fue accidental.  El embarazo trastornó todos los planes de los padres de Dibs.  La madre era una profesional (médico cirujano) de mucho éxito y su esposo estaba orgulloso de ella.  Ambos eran felices antes de que Dibs naciera.  Al nacer, Dibs era un bebé grande y feo, como lo describió su madre, y la rechazó desde el momento en que nació.

La madre de Dibs tuvo un embarazo muy difícil; ella estuvo enferma la mayor parte del tiempo.  El esposo resintió su embarazo y la culpaba por haberse embarazado.  No podían hacer lo que antes hacían ni ir a los lugares que frecuentaban antes del embarazo.  El esposo se alejó de la madre de Dibs, encerrándose en su trabajo.
Cuando nació Dibs, su madre renunció a su trabajo.  Sintió que había fracasado. Aunque sus colegas sabían de su embarazo, ella no les comentó acerca del nacimiento del niño.
Al darse cuenta que el niño no era “normal”, ambos padres se sentían avergonzados y humillados. Para ellos no solo resultaba mal el haber tenido un hijo, sino que el hecho de que fuese retrasado mental, según las palabras de la madre, era algo que no podían soportar, en vista de que todos los valores familiares tanto de la madre como del padre estaban orientados hacia la inteligencia.

Los padres de Dibs no querían que nadie supiera de él. Se alejaron socialmente de sus amistades.  Lo llevaron donde un neurólogo, quien no encontró organicidad en el niño.  Luego, lo llevaron a un psiquiatra, porque la madre pensó que Dibs podía ser esquizofrénico o autista.  Sin embargo, el psiquiatra les dijo a ambos que Dibs no era “débil mental, ni psicótico ni dañado cerebral”.  Simplemente, Dibs era un niño rechazado y emocionalmente hambriento y que quienes necesitaban tratamiento psiquiátrico eran ellos, los padres de Dibs.

IV. Acciones y Descripciones

Dibs es un niño que da a notar lo que a él le interesa, por eso es que tanta confusión entre los adultos que lo tratan ya que ellos quieren que se desarrolle de cierta manera y él no está dispuesto a ser dirigido, de allí su comportamiento al tirarse al suelo, al no querer participar activamente con los demás en su escuela y no mostrar sus habilidades a sus padres.

Así mismo, al percibir este rechazo que desde pequeño ha sido patente de parte de sus padres y a la diferencia que estos hacen respecto a su hermana, a Dibs no le interesa esta relación con las demás personas: a sus padres no les contesta cuando le habla ni le preguntan algo, se coloca boca abajo cuando le quiere hablar alguna maestra, puede llegar a morder a sus compañeros y compañeras. Así también muestra su resistencia a las veces que ha sido encerrado por no obedecer y también para no ser criticado ni molestado.

Luego de las sesiones de psicoterapia, Dibs sabe cómo irse integrando con las personas y así se da notando cómo la terapia de juego está haciendo sentido en su vida. Dibs comienza a conversar con sus padres poco a poco, así también inicia la integración en su aula conforme él se va sintiendo cómodo. También se puede dar a notar cómo se muestra en la escuela con  características igual a las de sus compañeros, ocultando de cierta forma sus habilidades de lectura y pintura; esto como parte de su proceso de inclusión.

V. Curso del Tratamiento

Entre las etapas del curso del tratamiento se pueden distinguir las siguientes:
En primer lugar, Dibs explora y observa todo lo que encuentra a su alrededor, en espera de lo que va a suceder. También nombra cada objeto que encuentra en la habitación. Inicia a jugar pero un tanto tímido.

Después, muestra más confianza.  Ya ha conocido el cuarto y todo lo que pudo encontrar. Verbaliza aún más, no solo nombrando objetos sino dando a conocer algunos pensamientos  como por ejemplo “no se por dónde empezar” o lo que quería hacer como: “me gustaría mucho pintar hoy”.

Poco a poco hay más confianza.  Va por el cuarto de juegos y lo hace propio. Cuando Dibs quiere, chupa el biberón.  Lo hace.   También se tira en la arena, la prueba. Así mismo, deja que la pintura escurra. Hace del cuarto de juego, “su cuarto de juego” durante esa hora de terapia.

Se construyen sentimientos positivos durante estas sesiones y se puede notar cómo va encontrándose poco a poco. Va encontrándose con los sentimientos que tiene hacia sus padres y su hermana y cómo los  hace presentes al jugar con la familia del cuarto y por medio de la terapia de juego los puede enterrar, sacar, hacer que le pidan perdón, etc.

Y así es como se van arraigando los sentimientos positivos y al descubrirlos van tomando lugar en la vida del niño y se puede notar al perdonar al padre por medio del juego, al darle otro lugar a la hermana y s obre todo, al cambio dado tanto en la escuela de Dibs como en su casa, tomando actitudes diferentes con los miembros de su familia. Y sobre todo dejando la terapia de los jueves para retomar su vida, siendo capaz de desarrollarse por sí mismo, con la nueva construcción interna que desarrolló con la terapia.

VI.  El Terapeuta y sus Técnicas

El terapeuta utiliza una orientación autodirectiva, donde el paciente utiliza el tiempo y los objetos que tiene a su disposición como mejor le parece. En el caso de Dibs, desde el inicio de la primera sesión, la terapeuta le indicó que él podía utilizar la hora de la sesión realizando la actividad que él quisiera. Al principio Dibs comenzó explorando todo lo que en el cuarto de juegos había y nombrando cada objeto. En ningún momento el terapeuta dirigió a Dibs o le indicó qué hacer o qué no hacer. Esto hizo darse cuenta a Dibs de su derecho a la libertad y la posibilidad de poder autodirigirse. Por lo tanto, pudo irse desarrollando bajo el concepto que él podía utilizar la hora de terapia como quisiera.  En las últimas sesiones también se puede notar como él decide ir también a la oficina de la terapeuta, así  como utilizar el tiempo para ir a la iglesia, etc. En ningún momento se le negó alguna posibilidad que no fuera factible. Sin embargo, es preciso tomar en cuenta que cuando él decide tirar un objeto por la ventana, la terapeuta le da a conocer las desventajas que esto tendría y así él se da cuenta de las consecuencias de sus actos.

El terapeuta también utilizó la aceptación total del cliente. En primer lugar, no indagó con una entrevista profunda a los padres o maestros. La terapeuta de Dibs inició con una observación.  Sin embargo, no se dejó llevar nunca con las ideas preconcebidas que tenían la familia y maestros de Dibs al decir que tenía características de un niño autista o retraso mental. Ella aceptó a Dibs tal y como era, sin juzgar o etiquetarlo, dejando que él se desarrollara en el cuarto de juegos.

El terapeuta no es un agente pasivo, a pesar de que el niño es quien dirige el juego.  El terapeuta es quien va reflejando actitudes y emociones del niño, al igual que pasó con Dibs. El terapeuta estaba atenta a lo que pasaba con el niño y realizaba reflejos como: “me escuchaste decir cinco minutos más, pero no indicaste que me oíste”.

El terapeuta se encuentra humilde y sin anticiparse al cliente, ya que él debe tomar el control de sí mismo.  Con Dibs sucedió lo mismo, ya que en ningún momento la terapeuta se adelantaba a interpretar o a adelantarse ante lo que él realizaba.  Más bien reflejaba y dejaba al niño tomar el control de la hora de terapia que tenía. Un claro ejemplo es cuando Dibs dice: “Miss A, ayúdeme” y la terapeuta le responde: “bien, ¿qué quieres que haga?”. En ningún momento se adelantó a auxiliarlo ni anticiparse.  Siempre estuvo pendiente a que él le indicara o explicitara lo que quería.

La relación entre el terapeuta y paciente debe ser cálida y amistosa, de cooperación y experimentando. El individuo es merecedor de valor y esto es lo que se muestra en Dibs.
Desde el momento que le extendió la mano para ir al cuarto de juegos, se pudo ver el establecimiento de esta relación con las características que propician una buena relación. Dibs le pedía ayuda a la terapeuta y ella se la brindaba cuando él le indicaba  Así mismo, cuando se fueron desarrollando las sesiones, Dibs le comentó acerca de sus sentimientos hacia miembros de su familia y esto demostró la confianza que le tenía a la terapeuta. El terapeuta debe mantener esta confianza sin comentar lo que el niño dice con los demás adultos. Con respecto a Dibs, la terapeuta nunca indicó que él podía leer y podía hacer varias cosas más que los niños de su edad.  Ella dejó que Dibs lo diera a conocer en el momento que él lo deseara.

A pesar de esta relación cercana, no se debe confundir con una relación dependiente.  Debe tener cada quien su espacio y poder finalizar la relación, cuando sea el momento de terminar con la terapia. Así puede verse con Dibs, ya que se sintió preparado para seguir por sí solo cuando terminó la terapia y se siguió desarrollando en su ambiente diario.

VII. Conclusiones

Dibs es el caso de un niño que por medio de la terapia de juego no directiva pudo ordenar todas esas experiencias que había vivido, así mismo se pudo notar como este nuevo orden cambia la manera en la que él se desenvuelve con su entorno (familia y colegio).

La terapia de juego no directiva busca por medio del juego que el niño pueda vivenciar de una manera diferente sus experiencias, ya que él es el dueño de ese tiempo de terapia y puede realizar lo que a él mejor le parezca, dirigiendo así su propia vida y dándole un sentido por medio de los reflejos del terapeuta y su acompañamiento constante; teniendo las características propias del terapeuta (no de amigo, ni cuidador, ni dirigente).

Por medio de la terapia de juego no directiva y con la ayuda del terapeuta, no se busca la protección ni el cuidado del niño, más bien es importante darse cuenta que él mismo cuenta con sus propios recursos para salir adelante y para hacerlo cuando él lo disponga y se sienta preparado.

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