Uso de metáforas en Psicoterapia Infantil
La metáfora
puede definirse como el proceso por el que se atribuye un nombre apropiado a
una persona o cosa, con base en una analogía o en una comparación sobrentendida. Por ejemplo, cuando decimos que una persona
“se muere de ganas”, el oyente sabrá que la idea que queremos transmitirle no
es que la vida de esa persona se está acabando, sino que el deseo de ver a
alguien es muy intenso.
La metáfora o
alegoría podría definirse como una historia real o ficticia cuya finalidad es
informar, educar, curar y estimular el crecimiento interno. La alegoría tiene como finalidad atraer la
atención consciente del individuo y burlar sus mecanismos de defensa con el fin
de permitirle entrar en contacto con las fuerzas de su inconsciente,
inmensamente ricas en posibilidades y en soluciones.
La alegoría es
un proceso mediante el cual la persona hace un descubrimiento desde su interior
y accede a un nuevo conocimiento que surge del inconsciente individual y va
hacia la mente consciente. Es como si
ese nuevo conocimiento existiera ya en el inconsciente y luego del relato de la
metáfora, tomase forma en el nivel consciente.
La alegoría está
destinada a establecer conexiones. Los relatos metafóricos son para jóvenes,
adultos y ancianos. Todos tenemos necesidad de cuentos y de historias, ya sea
por medio del cine, teatro, televisión, novelas, leyendas, canciones o relatos
populares. Todos tenemos necesidad de
oír relatos y de referirnos a ellos, tanto para divertirnos como para captar lo
que tienen que decirnos, pues toda historia, cuento o relato nos habla de
nosotros, de los demás y de nuestras relaciones con ellos.
Dufour (2003) menciona que en momentos difíciles de
nuestras vidas hemos escuchado una cierta canción o hemos releído un cierto
texto debido al mensaje que nos transmitía y al bienestar interior que generaba
en nosotros. Los niños son más receptivos, como se puede ver en el siguiente
ejemplo.
“Silvia
tenía casi dos años cuando nació su hermanita. Hasta entonces todo había marcha
bien, pero siete meses después Silvia comenzó a hacerse pipí en la cama, en el
salón y por toda la casa. Tras haberlo probado todo, se decidió que su papá
tomase cartas en el asunto, contándole el siguiente cuento:
Erase una vez una ranita
que se llamaba Artemisa. Vivía con su papá y su mamá, feliz y sin problemas. Un
día su papá y su mamá se fueron al bosque y volvieron con otra ranita más
pequeña. Al principio, Artemisa estuvo muy contenta, pero luego empezó a no sentirse tan feliz como antes. Se decía a
sí misma: “Realmente mi vida ya no es igual. Desde que llegó mi hermanita no se
ocupan de mí como antes. Se preocupan por ella antes que por mí. La cuidan, le
sonríen, juegan con ella y hablan de ella mucho más que de mí.” Un día, su papá
invitó a Artemisa a pasear con él. Andaban los dos por el camino cuando se
encontraron con un hombre conocido de su papá. Era un amigo al cual hacía mucho
tiempo que no veía. El hombre le dijo a su papá: “¿Es tuya esta ranita? ¿Cómo
se llama? ¿Artemisa? Qué grande es! ¡Y qué cantidad de cosas sabe ella hacer ya sola! Sabe
andar, sabe cantar y estoy seguro que incluso ayuda a su mamá. Ya no necesita
que os ocupéis de ella todo el tiempo. ¡Qué bien!”. El papá de Artemisa se
sintió muy orgulloso al oír a su amigo decir todas esas cosas de su ranita. Cuando
regresaron a su casa eran todavía más felices que antes”.
Con
esta historia, Silvia se sintió mejor y cambió su actitud y se volvió más
limpia. El cuento de Artemisa le hizo comprender que había otra forma de
conseguir el amor de sus padres y que para lograrlo no era necesario volver a
ser pequeña sino que ssería creciendo como lograría atraer la atención que
necesitaba.
Hay dos tipos de alegorías: 1) cerradas o que están
completas en sí mismas y 2) abiertas o que terminan con una pregunta que deja al
oyente la responsabilidad de resolver el problema.
Las ventajas de las alegorías son las siguientes: 1) no son
amenazantes, 2) son seductores, 3) estimulan la independencia, pue el individuo
debe captar por sí mismo el sentido del mensaje y debe sacar sus conclusiones o
realizar las acciones correpondientes y 4) pueden ser utilizadas para vencer la
natural resistencia al cambio.
La eficacia de una metáfora dependerá del
paralelismo que tenga éste con la situación real del que la escucha. Se debe
crear una réplica de la situación que el niño o adolescente está viviendo. Se
debe suscitar en ellos el máximo de interés y creatividad para que pueda
encontrarse a sí mismo cuando logre el reconocimiento en alguno de los
elementos relatados.
Se trata de pasar una situación
problemática a una solución feliz que debe incorporarse al desarrollo del
relato.